Estudio PREDIMED vs. Estudio Look AHEAD: Dieta Mediterránea vs. Dieta baja en grasas

Por: Dra. Pilar Martín Vaquero
Directora de la revista Espacio Diabetes
Centro Médico D-Médical
Madrid, España

Los estudios multicéntricos PREDIMED 1 (prevención con dieta mediterránea) y Look AHEAD 2 tenían el mismo objetivo primario: observar el riesgo cardiovascular tras la intervención médica, con diferentes dietas; por un lado, la dieta mediterránea, y por el otro, las dietas bajas en grasas. Los resultados de ambos ensayos clínicos han sido tan dispares, que merece la pena reseñarlos y contraponerlos.

En el estudio Look AHEAD 2 se concluye que, las intervenciones en el estilo de vida focalizadas en la pérdida de peso mediante las dietas bajas en grasas y la realización sistematizada de ejercicio físico, no reducen las tasas de eventos cardiovasculares en adultos obesos con Diabetes Tipo 2, pues no disminuyen la tasa de infartos, trombosis cerebrales, ni la mortalidad cardiovascular. En el estudio PREDIMED 1 se observó que, entre las personas con alto riesgo cardiovascular, una dieta mediterránea suplementada con aceite de oliva virgen o con frutos secos reduce en un ≈30%, la incidencia de eventos cardiovasculares mayores (muerte de origen cardiovascular, infarto de miocardio y/o accidente vascular cerebral) aunque no disminuye el peso. Por otra parte, en aquellas personas que no presentaban Diabetes al inicio del estudio se observó que desarrollaban esta enfermedad un 52% menos que aquellas que estaban en el grupo control.

La dieta mediterránea, es la única dieta que ha demostrado beneficios cardiovasculares claros. Ya lo había hecho en diversos estudios sistemáticos y así lo habían proclamado los meta análisis, pero quizás, el ensayo más categórico realizado hasta la fecha, sea el estudio español, PREDIMED 1. Observando los resultados contundentes de este tipo de actuación y teniendo presente que el 80% de nuestros pacientes con Diabetes, mueren de una enfermedad cardiovascular, dominar los fundamentos de la dieta mediterránea, debería ser para los clínicos una prioridad mayor, que conocer la última novedad farmacológica antidiabética.

Sin embargo, los médicos seguimos teniendo unas nociones muy limitadas sobre nutrición y el conocimiento sobre la dieta mediterránea es escaso. Aplicar el sentido común les lleva, las más de las veces, a recomendar el “filete con ensalada” o “jamón de york”. Actualmente se ha ido abandonando el consumo de cereales (pan, pasta, arroz…), a favor de las proteínas. Ahí surge el error. Estamos invirtiendo la pirámide de la dieta mediterránea y en vez de que la base alimentaria principal sean los hidratos de carbono, han pasado a ser las supuestas proteínas. Recordemos que los alimentos proteicos tienen una cantidad de grasa muy elevada y que las necesidades de proteínas no son grandes fuera de la época de crecimiento, embarazo o enfermedad. Les suelo decir a mis pacientes: “nosotros ya no crecemos, salvo a lo ancho y por tanto, no necesitamos tantas proteínas”.

El ácido oleico y la vitamina E, contenida en las aceitunas (aceite de oliva) y en los frutos secos (avellanas, almendras, piñones, nueces, castañas), son unos agentes antioxidantes que han demostrado ser magníficos para el endotelio vascular. La dieta mediterránea se caracteriza por el consumo habitual de aceite de oliva, fruta, frutos secos, cereales, pan, pasta, arroz, legumbres, verduras, pescado, consumo moderado de carne roja, pequeñas cantidades de vino y mínima ingesta de comida elaborada y de dulces. Este patrón alimentario es el que se ha seguido durante siglos en los países del orbe mediterráneo (España, Grecia e Italia, entre otros). El consumo de proteínas no era alto y procedían fundamentalmente de las legumbres, pescados y huevos, mientras que la ingesta de carne era muy baja. No parece entonces casualidad que la esperanza de vida más elevada en Europa sea actualmente la de Italia, seguida muy de cerca por la española.

No seríamos justos si no comentásemos aquí que en el estudio Look AHEAD 2 con la dieta pobre en grasas sí se observaron pequeños beneficios, pero reseñables. La pérdida de peso, aunque modesta, fue sostenida, mejorando significativamente la retinopatía y la nefropatía diabéticas (no la neuropatía) y todos los factores de riesgo cardiovascular: el control metabólico, el perfil lipoproteico y las cifras de tensión arterial, además de obtener mejores parámetros de movilidad, en la apnea nocturna, esteatosis hepática, incontinencia urinaria, disfunción sexual y en los marcadores de inflamación.

Desgraciadamente “los efectos de la modernidad” han dañado nuestra dieta diaria y hoy día ya no podemos afirmar que en España se sigue una dieta mediterránea. El consumo de carnes y lácteos (de proteínas y grasas, en general) se ha disparado, a la par que lo está haciendo la obesidad y la Diabetes Tipo 2.

Dra. Pilar Martín Vaquero
Directora de la revista Espacio Diabetes
Centro Médico D-Médical
Madrid, España

Bibliografía

  1. Estruch R, Ros E, Salas-Salvadó J, Covas MI, Corella D, Arós F, et al. PREDIMED Study Investigators. Primary prevention of cardiovascular disease with a Mediterranean diet. N Engl J Med 2013; 368:1279-90.
  2. Wing RR, Bolin P, Brancati FL, Bray GA, Clark JM, Coday M, et al. Look AHEAD Research Group. Cardiovascular effects of intensive lifestyle intervention in type 2 diabetes. N Engl J Med. 2013; 369:145-54.